miércoles, 26 de septiembre de 2007

Nosotros y ellos


La categorización que hacemos los seres humanos para clasificar a otros seres humanos y a nosotros mismos de acuerdo a características específicas, es una señal inequívoca que mantenemos en nuestra memoria ancestral parámetros tribales que aplicamos en la mayoría de las oportunidad no somos conscientes de ello. De tal manera que si nos detenemos por un rato a pensar nos daremos cuenta que hemos dividido a la gente en: buenos y malos, rojos y azules, negros y blancos, gordos y delgados, inteligentes y lentos, estudiados y no estudiados, musius y locales, de alto nivel y de otro nivel, y un largo etcétera interminable del cual no nos escapamos ninguno de nosotros. En XX siglos y entrado en XXI, si nos detenemos a pensar nos daremos cuenta que en lugar de sentirnos el género humano, cada vez con mas fuerza nos sentimos en una categoría y, claro, los demás en otra.
David Berreby es un periodista radicado en Nueva York, desde donde escribe para numerosas publicaciones de su país. En su libro “Us and Them: Understanding Your Tribal Mind”(2005), hace un inteligente análisis de por qué es tan natural en nosotros pensar en términos de exclusión social y, a pesar de que no he tenido la fortuna de leer ese libro he encontrado algunas referencias suyas y entrevistas que dan cuenta de la genialidad de ejemplos que el Sr. Berreby recoge en su libro. Sé que sonreirán y también se sorprenderán cuando lean el texto transcrito abajo (extracto de una entrevista que se le realizara en febrero de este año), nada me gustaría mas que además nos sirviera de reflexión y para, en la medida de lo posible para cada uno, empezáramos a eliminar categorías en lugar de crear nuevas. Aquí la tienen, disfrútenla como hice yo:
Entrevistador: ¿Por qué, por qué demonios, la gente vive y muere por naciones, ideologías, grupos étnicos…? Entre otras cosas…
David Berreby:
¡La gente muere por equipos de fútbol! ¡Imagínate!
La clase también es otro factor, y la edad.
La edad es importante. Y el idioma, por supuesto.
Entrevistador: ¿por qué estas divisiones nos hacen crear una barrera entre «ellos» y «nosotros»?
David Berreby: Es una buena pregunta, y a menudo estas cosas nos sorprenden en los demás… es muy fácil mirar hacia fuera y preguntarse: «¿Pero cómo pudieron hacer eso los de Irlanda del Norte? Tienen el mismo aspecto, hablan el mismo idioma… ¿por qué se están matando unos a otros?» O bien: «¿Qué le pasa a Estados Unidos con el problema racial, ¿cómo es posible que no lo resuelvan de una vez?».
En las personas que están lejos de nosotros, nos parece extraño. ¡Ah! Pero con los nuestros, con la gente cercana (los católicos y los protestantes, quizá; o los catalanes y españoles…) entonces pensamos: «¡Claro! Por supuesto, ¡entiendo de qué va ese problema! ¡Sé que es importante!»
Por eso creo que todos sabemos que hay cierto componente absurdo en estas pasiones, porque vemos pasiones en los demás que no entendemos, y decimos: «sé que esto no tiene ningún sentido». Pero cuando se trata de algo conocido, de las cosas con las que nos hemos criado y que nos importan, sobre las que tenemos sentimientos viscerales, no es tan fácil descartarlo… y menciono todo esto porque hay un elemento de involuntariedad que subyace a esas pasiones… creo que es muy difícil ser un ser humano y no sentir de algún modo que «ésta es la manera correcta de hacer las cosas». Celebramos los oficios religiosos en domingo y no sábado, o en sábado, y no en domingo… hay una manera concreta de vestirse para asistir a un funeral, y de hablar con las personas mayores, y toca votar el martes, o el domingo… y esta sensación… es muy difícil resistir esta sensación, asumir que lo que conocemos y aquello con lo que nos hemos criado cuando nos enseñaron a ser personas no es especial.
Entrevistador:
Otra cosa importante que aparece en tu libro es que todo esto tiene que ver con los símbolos. Es decir, somos probablemente la única especie que se comporta de un modo u otro en función de símbolos.
Somos una especie… …simbólica, sí.
Entrevistador:
Una especie simbólica. Me gustaría que me recordaras esa terrible historia sobre los tutsis y los hutus. Durante la guerra civil. ¿Qué pasó exactamente?
David Berreby: Esta historia ilustra, en primer lugar, el aspecto simbólico… Por cierto, evidentemente, los perros forman manadas, los chimpancés son muy leales a su grupo, las palomas van en bandadas… pero, a diferencia de las personas, las palomas no deciden que otra paloma es buena o mala en función de sus votos o en función de una bandera… o del color de su frente, o algo así. Pero sí es muy importante para nosotros, y es muy significativo que actuemos así… puede que te conozca de toda la vida, pero decida que no eres tan bueno como alguien con quien no he hablado jamás, simplemente porque esa persona tiene el mismo credo religioso que yo, y tú no. Se trata de algo exclusivo del ser humano y, por tanto, es importante. Sin embargo, la historia que voy a contar ilustra también otra cosa: que todas nuestras lealtades o filiaciones se solapan. Es decir, todos tenemos más de una o dos maneras distintas de clasificarnos. Está la nación, y el idioma, y el sexo, y los grupos de edad… y todas estas cosas las aplicamos o no…
David Berreby:
La historia que nos ocupa es la de una abadesa de un convento de Ruanda, que
era hutu una monja. Sí, una monja, una abadesa, exacto. Y llamó a la milicia para que mataran a algunos tutsis refugiados en el convento, pero no entregó a las monjas tutsis. Es decir, en ese caso, la filiación religiosa, del tipo «esta mujer pertenece a mi orden, es cristiana y monja como yo» pasó por encima de la filiación étnica; en esos momentos la abadesa pensaba: «es más importante que esta mujer sea una monja que no que sea hutu o tutsi». La gente hace este tipo de cosas continuamente cuando clasifica.
Pese a todo, también había una chica que no era monja, pero su madre (creo) sí lo era, y su madre quería salvarla. Así la madre dijo: «por favor, hermana, permita que mi hija lleve este velo, que la hará pasar por monja».
Era tutsi. Y allí se estaba cometiendo una masacre… las únicas personas que se salvaron de la masacre ese día, entre los tutsis, fueron las monjas tutsis. Por eso la mujer le dijo a la hermana Gertrudis, la jefa del convento: «le ruego que permita que mi hija se haga pasar por una de sus monjas. Tome este pedazo de tela y deje que lo lleve». Pero Gertrudis se negó. Se negó, la abadesa se negó.
la mujer tutsi dijo que su hija había muerto por un pedazo de tela.

Porque lo único necesario para salvar a la gente ese día era un símbolo. Por supuesto, hemos presenciado cosas parecidas muy a menudo en la historia… ¡está en la Biblia! Hay un momento, creo que es el Libro de Josué, aunque no estoy seguro…. El caso es que hay una batalla, y se llevan aparte a un hombre que dice: «estoy en vuestro bando, estaba volviendo a casa» y le dicen: «pronuncia la palabra 'Shibboleth’». Y el hombre no puede pronunciarla, porque habla un idioma distinto, y pronuncia ‘sibboleth’. Y le matan, simplemente porque no puede pronunciar bien una palabra. Es lo mismo.
Entrevistador:
Pero va mucho más allá, en tu opinión. Es decir, el cerebro vincula el concepto de pertenencia a una categoría humana con un estado fisiológico concreto… el cerebro emite señales a las células que controlan los flujos hormonales o los latidos del corazón…
David Berreby:
Tengo un ejemplo fantástico de eso, que aparece en mi libro: desde hace un tiempo, sabemos que los niveles de testosterona de las personas que compiten en un deporte varían en función de si ganan o pierden. Si tú y yo jugamos un partido de tenis, y ganas, tus niveles de testosterona aumentarán. Sin embargo, también es verdad que si ves un partido de fútbol, y eres un gran seguidor de tu equipo… si ves el partido y tu equipo gana, tus niveles de testosterona aumentarán.
Esto significa que las repercusiones de nuestros vínculos y filiaciones, de que nuestro equipo lo esté haciendo bien o mal, son muy directas: afectan al cuerpo, no son meros pensamientos.
Entrevistador:
Mencionas un ejemplo muy significativo, que hace referencia a nuestros antepasados… hablas de los genes. Si estudiamos los genes, mirando la
evolución, sabemos que desde el momento en el que 150 personas negras abandonaron África hace 50.000 años…
David Berreby:
¡Qué bueno que no les pasara algo malo!, ¿verdad?
Entrevistador:
Esos genes están esparcidos por todas partes, ¿no?
David Berreby:
Sin duda. Así que todos compartimos los mismos genes.
Entrevistador:
Y, sin embargo, a veces escogemos algunos genes y escondemos los demás, como tú dices, bajo la alfombra.
David Berreby:
¡Eso me resulta fascinante! Todo este tema de descubrir nuestra ascendencia según el ADN, por ejemplo. Nicholas Wade publicó una historia en el New York Times sobre unos restos de hueso que se descubrieron en Inglaterra…
Pues bien, escribió un artículo sobre un hueso descubierto por alguien (creo que fue Sykes, un experto en genética). El caso es que se descubrió un hueso en un pueblo que revelaba ADN, gracias al cual se podía ver que los antepasados de los habitantes actuales del pueblo compartían ADN con gente que había vivido miles de años antes… Es fantástico, ¿verdad? Esa ascendencia profunda en Inglaterra… ¡pero resulta que también estaban relacionados con Genghis Khan! ¡Y estaban relacionados conmigo! ¡Y con Nelson Mandela! Cuando empezamos por nuestros antepasados, definitivamente estamos seleccionando unos genes y no otros. ¡Eso también es interesante!
Entrevistador:
Otra cosa que mencionas en tu libro y que me parece interesante es que dividimos, establecemos fronteras entre algunas categorías humanas (religiosas o no religiosas, por ejemplo…) pero hay muchas otras categorías humanas, en teoría, que no utilizamos.
David Berreby:
Claro. Como por ejemplo el hecho de ser zurdo… nunca peleamos entre nosotros porque uno es zurdo y el otro no…
En mi opinión, esto sugiere que se trata de una manera especial de pensar. De la misma manera que el lenguaje no es lógico…
No hay ningún motivo concreto para añadir una ese al final de una palabra para formar el plural… se podría marcar el plural de otra manera, de hecho cada idioma tiene reglas especiales y excepciones… cuando oigo a alguien hablando mi idioma y no me suena bien, ¡la razón de que no me suene bien no tiene que ver con la lógica! Hay otra cosa que me dice que no se están siguiendo las reglas. ¡Y no son reglas lógicas!
Creo que esto también es aplicable aquí, porque podríamos dividir a la gente de otra manera, y no lo hacemos…y eso sugiere que preferimos algunas divisiones a otras, ¡y no son divisiones lógicas! Ser zurdo o diestro es una diferencia real, biológica; tendría tanto sentido clasificar a la gente así como clasificarla en función del sexo, la edad o la altura. ¡Pero no lo hacemos! Eso me lleva a pensar que lo que nos convence no son los hechos empíricos, no son las reglas lógicas... entra en juego otra cosa, que puede ser especial.
Entrevistador:
David, ¿tengo razón si digo que se ha infligido más daño a causa de las lealtades y filiaciones de las personas a una tradición concreta, o raza, o religión, lo que sea, que a causa del cambio económico? Y sin embargo todo el mundo dice que los ricos son los culpables…
David Berreby:
Sí. Es una buena pregunta, porque creo que durante mucho tiempo se ha ignorado este tema, considerándolo un epifenómeno.
Se suponía que lo importante era otra cosa. Es decir, que en realidad tenía que ver con la lucha de clases, con la pobreza, con la asignación de recursos y los conflictos por el agua, el tungsteno, con lo que fuera. Pero me parece que en las últimas décadas de investigación ha quedado bastante claro que esto no es verdad, que cuando la gente se implica demasiado, se pinta con los colores de su equipo de fútbol, y va a ver el partido con ganas de pelear contra cualquiera del equipo contrario… cuando esto sucede ¡no tiene que ver con otra cosa! Tiene que ver únicamente con lo que es, ese arrebato increíble que tiene la gente al sentir que «nuestro bando es genial y estoy con todo el mundo de mi bando, y vamos a por todos los del otro bando».
Y muchos de los términos que se han utilizado, por ejemplo… a menudo se alude a este tipo de cosas como «conflictos de grupo» o «grupos» que están en algún tipo de competición o pelea. El problema es que no es una palabra muy coherente, grupo… Vamos, que se puede decir que los chinos son un grupo, un grupo étnico, ¿no? Pero no viven en el mismo continente, no hablan el mismo idioma, hay muchas personas de etnia china en mi país que no hablan chino… e incluso si vas a china, encontrarás múltiples dialectos, versiones distintas del mismo idioma. No practican la misma religión, no tienen las mismas creencias económicas…
Y cuando decimos «grupo», damos a entender que la gente se reúne, y decide cosas, y que tiene alguna coherencia, que actúan conjuntamente, porque forman, en cierto sentido, un conjunto. Y para la mayoría de cosas a las que aplicamos esta palabra… ¡simplemente no encaja!
Este es uno de los motivos por los que intento utilizar este término, «categoría humana», que procede de un filósofo llamado Ian Hacking, de la universidad de Toronto.
Entrevistador:
Hay otro aspecto que hace que todo esto sea fascinante, tienes algunas historias que demuestran que lo que importa no es quién eres sino dónde estás… ¿recuerdas esa historia de…? … los religiosos, sí. ¿…los estudiantes a sacerdotes? ¿Qué sucedió?
David Berreby:
Pues se hizo un estudio (no recuerdo exactamente quién lo hizo, lo siento) con tres grupos de estudiantes de un seminario, que estudiaban para convertirse en pastores… Religiosos… estudiaban para pastores. A cada miembro del primer grupo le dijeron: «debes ir a dar una conferencia de aquí a pocos minutos, aquí está la dirección…» Sí. «¡Llegas tarde! ¡Llegas tarde! No vas a llegar a tiempo». Y el estudiante salía corriendo. Para el siguiente grupo, las palabras eran: «tienes el tiempo justo. Si sales ahora, llegarás bien». Y luego la persona se marchaba. A los del tercer grupo, les decían: «tienes mucho tiempo, el sitio está a diez minutos andando, y falta una hora, así que no hay prisa, pero asegúrate de llegar». Y también se marchaban. Cada una de estas personas, por el camino, se encontraba a alguien que parecía estar en apuros; alguien tumbado, sangrando, en el suelo. Y lo que cabría esperar, si la identidad de grupo, las filiaciones, las lealtades hacia un grupo afín…
Entrevistador:
…eran religiosas…
David Berreby:
Sí, si eso es lo que determinaba qué hacer en cada momento, entonces lo que cabría esperar es que cada una de estas personas que querían convertirse en líderes cristianos e intentaban aplicar principios religiosos, todos ellos pensaran, por lo menos, que deberían intentar detenerse y socorrer a quien necesitaba ayuda. Pero lo que sucedió, en cambio, fue que una abrumadora mayoría de los que tenían prisa tendieron a pasar de largo, diciendo algo así como: «lo siento, ¡me tengo que ir!»
Y entre los que tenían el tiempo justo, aproximadamente la mitad hizo una cosa, y la otra mitad, otra… mientras que los que tenían mucho tiempo tendieron a pararse y ayudar. En ese caso, fueron las circunstancias lo que determinaron la decisión de qué hacer, y no la identidad. Por supuesto, la gran ironía de la historia es que el título de la conferencia que debían impartir era «el buen Samaritano».
Entrevistador:
Cuanto más aprendo sobre el cerebro, más preocupado estoy. Corrígeme si me equivoco, porque encaja con tu mensaje, con lo que sugieres…. Resulta que el cerebro (bueno, esto ya lo sabíamos) no ve nada ahí dentro, sólo obtiene mensajes cifrados. Así que el cerebro no es algo que nos permita, en realidad, saber cómo son las cosas fuera.
David Berreby:
Es cierto.
Entrevistador:
Esto lo sabemos ahora gracias a la neurología, en gran parte. Pero lo que se está descubriendo ahora es que el cerebro utiliza gran parte de este 20% de
energía total que consume simplemente prediciendo, pensando, inventando, imaginando… cosas como las que mencionas.
¿Qué opinas?
David Berreby:
Por un lado, está claro que hay todo tipo de cosas que suceden de las que no somos conscientes. Cuando percibimos a otra persona, la estereotipamos, creamos lo que se conoce como estereotipos, que son automáticos, del tipo: «muy bien, eres europeo, y eres español, y eres un hombre, y eres blanco…» o «eres chino», lo que sea. Muchas de estas cosas pasan fuera de la esfera consciente. Hay una mujer llamada Mahzarin Banaji que ideó un test muy interesante, con el que demostró que, incluso las personas con principios muy igualitarios y progresivos, si vivían en Estados Unidos, tenían ciertos sentimientos sobre la raza, e incluso a las personas muy, muy progresistas que no creían en ningún tipo de racismo les resultaba ligeramente más fácil asociar una «cara blanca» con adjetivos positivos en una prueba en el ordenador, lo relacionaban unos milisegundos más rápido que con una cara negra. Eso les pasaba, incluso, a personas negras.
En cualquier caso, lo importante es que mucho de esto es inconsciente. No sabemos lo que sucede cuando tomamos decisiones sobre cómo percibimos a los demás
Pero, por otro lado, también es verdad que, al parecer, somos capaces de pensar en lo que hacemos y tomar conciencia de ello, a medida que aprendemos más cosas sobre cómo nos comportamos… así que ¿podemos controlarlo? ¿Podemos dejar de tener respuestas irracionales e injustas hacia los demás? No lo sé, pero creo que quizá podamos dejar de tomárnoslas tan en serio.

3 comentarios:

pochogarcés dijo...

"los blancos huesos de un muerto, pueden ser de cualquier raza. Si la muerte no discrimina, entonces que la vida tampoco lo haga"
Ruben Blades.

un saludo.-

Ely dijo...

Querida Carmencita:
Siempre con temas tan fascinantes y afines. Cada día me convenso mas que somos tan animalitos como los otros y que eso de la "razón" se nos escapa de nuestras manos.
La filiación grupal puede ser adaptativa en ciertas circunstancias y la verdad no pongo en duda que nuestros genes podrían estar involucrados en ello. Conocer nuestra naturaleza puede ser un arma de doble filo, ya que tenemos la capacidad de justificarlo absolutamente todo. Pero entenderla nos ayuda a manejarla.
Esto se torna un poco mas difícil que simplemente dejarnos llevar por los genes, pero...para que hacerlo fácil si difícil también se puede...
Bueno no digo mas por que sabes lo que me apasiona este tema y puedo estar horas hablando..
Saudos
E.

Anónimo dijo...

Entrvistade del programa redes de TVE
el entrevistador es Eduardo Punset.
El libro es muy bueno!!