martes, 30 de octubre de 2007

Tú sientes lo mismo que yo?

Los psicólogos se han preocupado mucho en descubrir la relación entre las emociones básicas del ser humano y lo que se llama la “inteligencia social”, la capacidad de relacionarnos con otras personas.

Desde mi punto de vista hay una respuesta sencilla a la pregunta de si las emociones son universales o culturales: algunas partes de las emociones son universales y algunas partes son culturales, pero ambas están ligadas, en otras palabras una vez observadas todas forman parte de nuestra carpeta de opciones y por tanto, posiblemente podremos experimentarlas.

A menudo, imaginamos que las emociones sobrevienen de repente y que son el resultado de interpretaciones muy personales de lo que nos sucede. Pero si consideramos nuestras experiencias emocionales cotidianas, resulta evidente en primer lugar, que en su mayoría tienen que ver con otras personas.

Por ejemplo, nos disgustamos cuando alguien dice algo que nos ofende pero nos olvidamos que estas evaluaciones e interpretaciones –las que nos hacen y las que hacemos-, a través de la expresión de emociones, están condicionadas por lo que los demás sienten y piensan, o por lo que creemos que sentirán o pensarán en el caso de nuestras propias emociones.

Adicionalmente, todas las expresiones faciales y conductas no verbales influyen también en nuestras propias emociones. Por tanto, si nos centramos exclusivamente en los aspectos individuales de las emociones, nos perderemos una parte enorme de información.

Dentro de la psicología de las emociones, ha habido una especie de regreso a la idea de que las emociones pueden considerarse como reacciones razonables y funcionales, que cumplen un objetivo muy racional. Muchas emociones surgen cuando las representaciones convencionales sobre cómo abordar una situación se rompen, ciertos problemas en nuestra sociedad no tienen una solución lógica y racional.


Justo por todo esto, deberíamos tomarnos un rato para meditar cuando alguna expresión de alguien nos ofende, incluso también cuando nos halaga, cuando nos entristece, etc., tomemos el tiempo suficiente para entender qué sentimientos y/o pensamientos la provocaron, seguramente disminuiremos muchísimo la energía que desgastamos en nuestras respuestas.


Y lo que es mas importante, cuando sean nuestras emociones las que expresamos tratemos de imaginar lo que producirán en otros, seguramente 2 minutos de reflexión nos harán ser mas justos, equitativos y, en algunos casos, misericordes.

1 comentario:

pochogarcés dijo...

En cualquier caso, algo producira, y esto parece ser el asunto!!!